martes, 12 de abril de 2011

EL DUEÑO DE LAS FIESTAS DE AÑO NUEVO




EL DUEÑO DE LAS FIESTAS DE AÑO NUEVO

Esta Fiesta, es esperada por Coco con un inusitado interés. Con una calculada anticipación ha preparado su disfraz: pantaloneta larga de color blanco, con bastas adornadas con croché; un saco oscuro adornado con pañuelos variopintos prendidos con un imperdible; máscara de metal al estilo colmenero; sombrero y pañuelo para la
cabeza, matraca, bastón de madera adornado con un cuerno de toro que servirá para invitar chicha a las amistades. En la víspera a Coco se le ve, afanoso para ganarse el mejor lugar dentro de los bailarines, pero, su estatura no le favorece. Él quiere ser guiador pero consciente que no tiene los méritos suficientes, será el más entusiasta para sacar cara por su barrio que es Cabildo. El día central, los bailarines haciendo dos hileras, intercaladas por hombres y mujeres bailan cadenciosamente el zapateo que hace retumbar el piso de cemento del parque y la Plaza; la orquesta típica es traída desde la ciudad incontrastable de Huancayo, cuna de músicos para ésta ocasión. Coco, es la atracción de chicos y grandes, hace lo imposible para figurar: guapea, agita su matraca, se contornea de un lado para otro y zapatea con un gusto especial. A cada rato pide: ¡orquesta, carajo! … En la pausa, se acerca a los distinguidos de Izcuchaca, para desearles: ¡Feliz año mama Cata! ¡Feliz año tío Elías! ¡Feliz año madrina Feliza! Y así a todos los que encuentra a su paso. Luego comparte algunas cervecitas con su collera de infancia. Allí está con Chíllico, chiwacos, Gringol, Rin tin tin, Cuchi Macho, Canca-supi, papinco, majato, Caputito y otros. Entre risa y risa recuerdan su infancia, las palomilladas de la escuelas, las tomaderas de pelo a los profesores, su debut en el sexo y el amor . Interrumpe un momento y grita: ¡Estoy valiente para el trago; cobarde para el trabajo; sufrido para los hombres; pero ardiente para las mujeres! ¡El comer es placer de chanchos… el tomar es placer de dioses y bailar… virtud de los grandes! Luego, tiene que cumplir con su obligación de bailar con su grupo, caso contrario será expulsado. La costumbre es ley. El día 2 de enero es el encuentro de los dos bandos: Tambillo y Cabildo para los cuales ambos mayordomos se han preparado para ganar el concurso, tanto de orquestas como de bailarines. Los jurados Calificadores son las autoridades y hay buenos premios. La plaza está abarrotada de gente y visitantes de los pueblos vecinos porque el «Japinacuy» es en todo orden. Música, bailes, tragos, barras, globos, etc. El público tiene sus preferencias, al final cada quien defiende a su barrio, la policía tiene que redoblar el resguardo y los jurados a cada instante piden calmar los ánimos. La fiesta es todo furor. Coco, para el «Japi-Nacu» tiene la preferencia de disfrazarse de «LATAS-MACHO» que es el personaje de un viejo harapiento, especie de un pordiosero que cargado de espinas y empuñando un látigo baila correteando y brincando, poniendo orden y disciplina y abriendo campo para sus bailarines. Cabe señalar que el «Latas-macho» es el terror de niños y de los perros que deambulan en la plaza, este personaje tiene que hacer reír al público y Coco, tiene esas cualidades. Al día siguiente la mayoría de los fiesteros amanecen con una terrible resaca y Coco aparte de ello estará con el cuerpo
maltratado de tanto zapatear y con escaso físico para continuar bailando; pero la fiesta continúa, recorriendo tienda por tienda pidiendo una colaboración consistente en cerveza, aguardiente, coca o cigarro a lo que los mayordomos llaman el «HUASI-CUY» y de paso invitará al banquete preparado especialmente para sus colaboradores, amistades y público en general. A eso de las 2 de la tarde el mayordomo casa por casa invita a la gente y al compás de la orquesta se dirigen a la casa de la mayordomía donde los platos serán a base de carne y culmina con una cervezada, la comida es para todos, chicos y grandes tienen que degustar los platos. A estas alturas ya existe el nuevo mayordomo para el año siguiente, y todos tienen que anotar su colaboración voluntaria y los bailarines renovarán su sentimiento por su barrio preferido hasta cumplir siete años continuos que es la creencia que se tiene dicen para satisfacer el deseo del «Niño Jesús», en este caso «niño Tambillo» o «niño Cabildo». También han habido años en que no hay mayordomo de uno de los barrios, entonces los cobarrianos hacen una colecta para contratar una orquesta sólo para el día del «JapiNacuy» y a esto llaman YANA-CANCHA. Coco, para cumplir bien con la Fiesta de Año Nuevo a tenido que ahorrar dinero para su disfraz aún a costa de castigar su estómago y el de los suyos, tiene que guardar la apariencia de estar bien económicamente. En ocasiones se le ha visto jactarse de ser platudo y a llegado a quemar billetes de 20 ó 50 nuevos soles ante la mirada atónita de los presentes. Esta no es la historia de una irracional imaginación, es la vida tempestuosa de Jorge Bada, «Cocon», el hombre folklórico, del pueblo, estimado y odiado hasta el paroxismo, cuyo carácter violento, grosero y diabólico ha dejado huellas, dramas, veleidades como maldición telúrica en el pueblo de Izcuchaca. Donde nació, creció, vive y será su sepultura. Más Izcuchaquino que la tuna o el durazno, que ama esta tierra a su manera, con un deseo insaciable, que para el que escribe estas líneas ha sido difícil hacer una meticulosa observación. Estamos ante una puerta nueva del siglo XXI, hermosa y moderna y es el momento de buscar nueva vida ante los escombros vividos ante un pasado nauseabundo, indecoroso para las nuevas generaciones, esa nueva vida que sea ejemplo para la posteridad.

RECOPILADOR Municipalidad Distrital de Izcuchaca