martes, 12 de abril de 2011

IRONÍAS DE LA VIDA «LA SEMILLA: HAY QUE ESCOGER»


IRONÍAS DE LA VIDA «LA SEMILLA: HAY QUE ESCOGER»

Es la historia de un izcuchaquino muy peculiar, muy popular. Es el hombre del pueblo presente en toda alegría y en todo dolor, odiado hasta los tuétanos por su carácter belicoso, explosivo y grosero; pero también admirado por sus ocurrencias muy memorables. De estatura pigmea, su cara como de papa vieja, tez grasienta y de vestir sucio y deslucido como si ofendiera al shampoo y al jabón. Solía decir: … Mi presencia será ridícula, ¡pero se me respeta! Es la otra cara de la medalla, de un joven estudioso, ordenado y responsable. Este personaje es producto de la universidad de la vida: duro de corazón, de sentimiento, vive resentido con todos porque los avatares de la vida marcaron en él muchas huellas que no cicatrizan, recuerdos que duelen en lo profundo de su alma. Tal vez porque es hijo del azar, que no conoció el calor de sus padres, que nació pobre, triste y abandonado. Cuando recuerda este pasaje de su vida, dice: – ¡Soy hijo del río, del aire y del viento! ¡ Mi padre es el Sol; mi madre la Luna y las Estrellas son mis hermanitos! ¡Mi colchón es el suelo, la piedra mi almohada y el pajar mi frazada! ¡Pobre nací, pobre es mi vida y pobre será mi muerte! Para llevar una vida sin sobresaltos aplica su astucia y habilidad. Por ejemplo, para conseguir el trabajo que hoy ostenta como portero-guardián de una Escuela, incursionó en la política y fue militante del partido del APRA en la época de Alan García, y para asegurar sus alimentos y tener compañera, contrajo matrimonio. No es ningún zonzo. Ahora tiene un sueldo y esposa y se relaja a pierna suelta. Habitualmente está a la búsqueda de alguna reunión o Fiesta donde haya abundante licor. En algún velatorio, es el personaje más acongojado que acompaña día y noche a los atribulados dolientes. En las zafa-casas es el más bullanguero y afanoso hombrehormiga, que todo por un copón de «cañazo» corretea escaleras arriba y abajo cargando las tejas o el barro; abriendo camino y gritando: ¡Permiso… carajo! ¡Hombres trabajando! En los matrimonios, se las ingenia para colarse a la cocina y hacer las veces de «mozo» o ayudante de cocina y si engatusa a algún ingenuo padrino se coloca de «despensero» para luego ser dueño de la Fiesta, y así por el estilo; en cada Fiesta es un personaje aparte, como ven, todo lo fácil de la vida. Si en algún momento, alguien le provoca una conversación sobre temas como: el estudio, trabajo, higiene, aseo, responsabilidad éste amigo, se ofusca, se enfurece y ataca con groserías. Mejor es evitar esos temas. Si se quiere una reunión amena, a éste personaje se le tiene que alabar, tratarlo con cariño, con respeto decirle «Cocon» «Coquito» que es el apelativo que mas le agrada. Una tarde había varios profesionales académicos que parlaban sobre grados, maestrías y doctorados y Coco se soltó una de sus ocurrencias: ¡Señores, yo estudié primaria en Ninacaca; Secundaria en Huamancaca; Superior en Potosí, Masterado en Acapulco y mi Doctorado en Luxsonburgo! Arrancando de los oyentes una sonora carcajada, y como estaba con la chispa lúcida le pidieron otro chiste, que gustoso accedió y dijo: – Les voy a enseñar algunas palabras del quechua huancavelicano y verán que toda palabra termina en «rani»: Micurani, tusurani, pucllarani, wajarani. Y también les voy a enseñar algunas palabras del dialecto Wanca y verán que toda palabra termina en «culo»: Micuyculo, tusuyculo, pucllayculo. Coco es una persona que tiene bondades y defectos, como todo humano; pero no es un buen ejemplo para la niñez y la juventud; por eso, la semilla hay que escogerla.

RECOPILADOR Hugo Serpa Torres